lunes, 28 de junio de 2010

El pensamiento social católico: una verdad incómoda

El analista económico Edward Hadas refuta críticas de la derecha a la “Caritas in veritate”

Muchos intelectuales católicos americanos, y algunos británicos, han creído durante mucho tiempo que la Iglesia debía permanecer firmemente a la derecha en casi todas las cuestiones políticas y económicas. En los Estados Unidos, sus enfoques pueden encontrarse en la National Review y en First Things. En el Reino Unido, el Institute for Economic Affairs es un grupo de reflexión simpatizante.
Este enfoque tiene dos grandes problemas. En primer lugar, es erróneo. El Magisterio, desde la encíclica Rerum Novarum de 1891, ha apoyado con consistencia muchas ideas de izquierda: los derechos de los trabajadores, el valor de las autoridades internacionales, la virtud de compartir los bienes dentro y fuera de las fronteras políticas, la futilidad de la guerra, la necesidad de limitar las fuerzas del mercado. Incluso en su discurso de 1979 repudiando la matriz política-teológica marxista de la teología de la liberación, el papa Juan Pablo II recordó a los obispos de América Latina que “la paz interna e internacional sólo estará garantizada cuando se haga efectivo un sistema social y económico basado en la justicia”.
En segundo lugar, confunde la realidad. En un mundo de grandes gobiernos burocráticos y economías burocráticas altamente reguladas, pedir “mercados libres” es poco más que una fantasía utópica. Las críticas al estado del bienestar intervencionista y desmoralizador tienen más validez, pero esos programas sociales hacen mucho bien y no podrían ser eliminados sin poner en peligro el conjunto del orden social.

La debilidad del pensamiento de la derecha fue del todo evidente en su respuesta a la Caritas in veritate de Benedicto XVI. George Weigel, escribiendo en la National Review Online, explicó que el documento estaba escrito por dos manos, la del Papa y la del Consejo Pontificio Justicia y Paz. No tuvo tiempo para las supuestas contribuciones de este último.
Su queja se centra en el lema de la derecha: el libre mercado. El documento no lo apoya; de hecho, sugiere que la justicia conmutativa del libre intercambio no es una base suficientemente fuerte para una economía de éxito. La justicia que se da a través de un compartir impuesto (basado en los impuestos y en sistemas de prestaciones sociales del estado del bienestar) es mayor -desde el momento en que refleja un consenso de solidaridad social- pero todavía no es suficiente. Como corresponde a los hombres hechos a imagen de un Dios que ama libremente, es necesario algo más generoso:
“Cuando la lógica del mercado y la lógica del Estado se ponen de acuerdo para mantener el monopolio de sus respectivos ámbitos de influencia, se debilita a la larga la solidaridad en las relaciones entre los ciudadanos, la participación y el sentido de pertenencia, que no se identifican con el «dar para tener», propio de la lógica de la compraventa, ni con el «dar por deber», propio de la lógica de las intervenciones públicas, que el Estado impone por ley”.
“La victoria sobre el subdesarrollo requiere actuar no sólo en la mejora de las transacciones basadas en la compraventa, o en las transferencias de las estructuras asistenciales de carácter público, sino sobre todo en la apertura progresiva en el contexto mundial a formas de actividad económica caracterizada por ciertos márgenes de gratuidad y comunión. El binomio exclusivo mercado-Estado corroe la sociabilidad, mientras que las formas de economía solidaria, que encuentran su mejor terreno en la sociedad civil aunque no se reducen a ella, crean sociabilidad. El mercado de la gratuidad no existe y las actitudes gratuitas no se pueden prescribir por ley. Sin embargo, tanto el mercado como la política tienen necesidad de personas abiertas al don recíproco” (39).

Según Weigel, pedir gratuidad es “espeso y confuso”, con el peligro de “un sentimentalismo confuso”. Esto es una tontería. El lenguaje podría no ser emotivo, pero el pensamiento es un claro desarrollo de las observaciones de Juan Pablo II en su gran encíclica social, Centesimus Annus: “Antes de la lógica de un intercambio de bienes y de formas de justicia apropiadas a él, existe algo que es debido al hombre porque es hombre, en virtud de su eminente dignidad” (35).

Weigel tiene razón al pedir más reflexión sobre lo que el “don” debería significar en el mundo grande y malo de la economía moderna. Pero se equivoca al sugerir que no significa nada. Sin dones ofrecidos libremente, no podría haber matrimonios, familias, escuelas, hospitales, iglesias ni fuerzas policiales. A menos que la actividad económica sea completamente diferente a los demás comportamientos humanos, debe estar marcada también por la gratuidad.
En su mayor parte, la crítica de la derecha sencillamente ignora el capítulo 6 de la Caritas in Veritate, El desarrollo de los pueblos y la técnica. Quizás esta declaración importante sobre un elemento clave de la sociedad moderna es demasiado europea y complicada. Para algunos de una cierta tendencia filosófica, este capítulo parece una respuesta del Magisterio al ensayo de Martin Heidegger de 1953 La cuestión de la técnica, que sugería que la moderna obsesión por la técnica había hecho que los hombres pensaran equivocadamente que podían controlar los misterios del ser.
A diferencia de Heidegger, el Papa ve muchos aspectos positivos en toda la técnica: “En la técnica se expresa y confirma la hegemonía del espíritu sobre la materia” (69). Como Heidegger, Benedicto ve algo malo en el intenso interés moderno por la tecnología. Puede ser una búsqueda de una “libertad absoluta” inexistente, que “desea prescindir de los límites inherentes a las cosas” (70). Benedicto explica por qué el rechazo a mostrar maravilla y gratitud al creador lleva a la degradación del medio ambiente, a los horrores de la bio-tecnología y a una aproximación limitada e instrumental de desafíos aparentemente no tecnológicos como la paz y la psicología.

La Caritas in Veritate es un documento remarcable. Ofrece un análisis unificado de los desafíos de la sociedad contemporánea. Como cabe esperar de un documento del magisterio ordinario de la Iglesia, también es una profunda base para la tradición de la doctrina social de la Iglesia y la antropología. La derecha que critica la encíclica parece perder puntos.

Espiritualidad, drogas y sociedad


Comité Ejecutivo Pastoral Nacional de Alcoholismo y Drogradicción (PANAD) de Chile, con motivo del Día Internacional de la prevención del uso de drogas que se celebra este sábado.

En nuestra opinión, la construcción social que hemos desarrollado los seres humanos esta enferma, de soledad y falta de sentido, se requiere que podamos comprometernos en el cambio de esta estructura social.
Desde esta dimensión, nos encontramos que el abuso de drogas y alcohol se han masificado en los últimos cincuenta años en el mundo, haciéndose eco de una filosofía materialista y orientada hacia la búsqueda del placer, con una visión de la vida carente de ideales verdaderos y que es incapaz de dar un sentido mas profundo a la existencia del ser humano.
Requerimos construir relaciones que puedan otorgar mayores dosis de sentido en nuestro mundo a las personas que lo habitamos. Tal como en el proceso de recuperación de problemas derivados del abuso de sustancias, requerimos tender a generar una nueva forma de vivir, en la cual los valores y los ideales profundos den fortalecimiento a nuestra manera de vivir.
El papa Juan Pablo II durante la concelebración eucarística en la villa Castelgandolfo el 9 de agosto de 1980, pronunció una homilía destacando 3 motivos que inducen a buscar su refugio en la droga.
Basándose en los estudios psicológicos y sociológicos, Juan Pablo II señalaba:
La falta de claras y convincentes motivaciones de vida
La estructura social deficiente y no satisfactoria
El sentimiento de la soledad y de incomunicabilidad
Las personas que abusan del consumo de drogas y alcohol, son por un lado victimas de un sistema y por otro responsables de su propio destino; la exclusión en la que vive lo condena aun más. La comprensión y la compasión (sufrir con) son esenciales para pensar moralmente cómo solidarizar con ellos e incluirlos a la sociedad y comunidad. Los sufrimientos asociados a estas conductas, que implican efectos sobre la vida social y familiar, requieren de nuestra acción evangélica decidida y coherente.
En este sentido nos preocupamos de destacar que uno de los efectos de sufrimiento que viven las personas en situación de exclusión es la afrenta a su propia dignidad, a su esencia de ser humano: su espíritu. En él reside, para nosotros los cristianos, lo más hondo de su propio ser; sus motivaciones últimas, su ideal, su utopía , su pasión, la mística por la que vive y lucha y con la cual contagia a los demás.
Por lo tanto creemos necesario que los cambios sociales e individuales que permitan alterar estas realidades de exclusión, deben implicar una visión social del problema que debe ir acompañada por la vivencia de valores básicos que permiten entablar relaciones enriquecedoras (amistad, comprensión, cariño, aceptación, etc) que dignifican a la persona humana.
Entre ellos contamos:
Autodominio: la persona humana tiene la obligación de autoposeerse para poder realizarse y entregarse.
Responsabilidad: cualquier evasión de la realidad implica una cuota de falta de responsabilidad o esclavitud de la propia libertad.
Autorespeto: respetar la propia dignidad de la persona humana.
Crecimiento: la persona humana esta invitada a crecer constantemente, a aportar algo a la sociedad.
El materialismo y el consumismo, el individualismo reinante y el aislamiento son algunos aspectos de la sociedad que posibilitan conductas y acciones que traen como consecuencia en las personas altos grados de sufrimiento, entre ellas el consumo abusivo de drogas. En nuestra sociedad, la cultura que se promueve es la de gozar lo que se pueda. Vivir feliz es el único imperativo y ello se consigue de cualquier forma. La felicidad de cada uno es hacer lo que a el le gusta. Dinero, poder y placer, los tres dioses que ya denuncio San Juan.
Es aquí donde debemos presentar a Jesús, que realiza su predicación con palabras y signos o milagros y desde el inicio anuncia que ha venido a liberar al pueblo de esa condición de injusticia en que se encuentra.
El Sermón del monte sintetiza muy bien el pensamiento profético de Jesús y nos aclara el lugar teológico donde se ubico. Esa es la utopía de Dios: felices los pobres, felices los compasivos, felices los pacificadores, los limpios de corazón, los que luchan por la justicia. Jesús vino para todos, no quiere que nadie se pierda, esa salvación y ese llamado a la conversión, se hace desde los marginados, desde los no amados. La vida pertenece a Dios, Jesús viene para que tengamos vida en abundancia, Jesús es el agua de la vida, el pan de vida.
Existen muchos pasajes que nos hablan de Jesús enfrentándose con el sufrimiento humano, recuerdan que el vino a "sanar los enfermos, a anunciar la liberación a los esclavos...", es decir su misión entera estuvo entre los pobres y para los pobres. Dios a través de Jesús ha hecho una opción preferente por los pobres y desvalidos, es decir, se ha situado justamente del lado del dolor, del sufrir, de la necesidad. Esto es lo que nos impacta, el dios de la vida ha querido encarnarse en el medio de los signos de muerte para traernos la vida y "vida en abundancia".
Nosotros estamos llamados a continuar la presencia salvadora de Jesús entre los hombres. Eso significa que debemos hacer hoy presente, aquellos signos o gestos que hizo Jesús entre los hombres que, como en su tiempo, sufren una marginación y menosprecio social debemos acercarnos a los excluidos y marginados para hacer una llamada a la salvación a todos, para presentarles al dios misericordioso.
Sabemos que el amor es la mejor medicina para todo enfermo y quien se ha sentido marginado por la sociedad, al recibir su amor, volverá a alcanzar la salud. El odio, la baja estima, las frustraciones, solo se superan con justicia, con verdad y con amor. Nuestro trabajo no es cuestión de éxito, nuestra eficacia es el amor gratuito, como el de dios hacia nosotros, es la gracia de dios, la gratuidad que tanto escasea en este mundo.

viernes, 25 de junio de 2010

Que nuestra femineidad sea expresión del rostro del Dios Padre/Madre

Quisiera compartir con ustedes la letra de esta hermosa canción... cuando blogger permita subir canciones, les prometo subirla... creo expresa muy bien el deseo de que se realice en nosotras el sueño que Dios tiene para cada una... que la disfruten... 

POR SER MUJER

Hermana Fabiola, STJ

Estoy tocando la tierra que soy,

estoy tocando mis sueños de ayer,

la vida sigue viviendo en mí,

aún quema el fuego en mi corazón.

Soy luz y sombra soy nube o sol,

a veces fuerza y debilidad,

soy lo que soy porque Dios soñó,

y aún quema el fuego en mi corazón.

Y ES QUE AHORA ESTOY DESPERTÁNDOME,

MI CORAZÓN DE MUJER ME GRITA,

BENDITO DIOS QUE DESPIERTA EN MI,

ENTRAÑAS DE MUJER. (bis)

DISPUESTAS A DAR VIDA.

Ternura de mujer es dulzura y abrazo que alienta vida,

ternura de mujer es mirada y caricia que acoge vida. (bis)

Y es que ahora estoy despertándome.

martes, 22 de junio de 2010

Dell: “Ubuntu es más seguro que Microsoft Windows"




Dell, gigante del sector PC, ha sorprendido con una lista de diez puntos con las razones para elegir Ubuntu en lugar de Windows. “Ubuntu es sencillamente para quienes gustan que el PC funcione".
Diario Ti: En una lista de 10 puntos, Dell escribe que la alternativa Linux es sencilla y elegante, es rápida y adecuada para quienes prefieren una solución estable y segura.

La empresa destaca además que Ubuntu cuenta con amplio soporte multimedia y para aplicaciones de Internet y acceso a una plataforma con multitud de programas de código abierto. Entre ellos destaca OpenOffice.

Uno de los puntos de la lista es titulado “Ubuntu es más seguro que Microsoft Windows", donde se indica: “La gran mayoría de virus y spyware escrito por hackers no está diseñada teniendo Linux como objetivo para sus ataques".

Dell menciona además las posibilidades de usar la actual versión de Ubuntu con comunidades sociales como Facebook, Twitter, MySpace y otros. Asimismo, anuncia que la versión 10.04 del sistema operativo integrará tales sitios para facilitar las cosas a los usuarios de tales comunidades.

En tono entusiasta, la empresa escribe: “¿Te gusta ver vídeos en YouTube, comprar música de Amazon y ver DVD? ¡No hay problema! Dell incluye un lector multimedia con Ubuntu para ofrecerte una gran experiencia multimedia (aunque sin soporte para música con DRM)".

Dell ha ofrecido durante años distribuciones de Linux entre sus productos. Sin embargo, ahora destaca que “Ubuntu está cada vez mejor" y sorprende, por cierto, que activamente inste a sus clientes a elegir alternativas al sistema operativo de Microsoft, especialmente considerando que la mayor parte de las ventas de Dell se concentra en Windows.

Dell concluye su lista preguntando “¿Y ahora qué te gustaría hacer?", frase muy parecida en inglés al eslogan usado por
Microsoft hace algunos años: “¿Dónde te gustaría ir hoy?".
Fuente: Diarioti.com

viernes, 18 de junio de 2010

La sobriedad salvará al planeta

Mensaje del patriarca Bartolomé I para el Día Mundial del Medio Ambiente
La avidez de los hombres y la carrera desenfrenada hacia la riqueza por parte de las naciones más desarrolladas son las causas fundamentales, más allá de cualquier otra consideración técnico-científica, de la ya casi imparable destrucción del patrimonio natural del planeta.
Lo afirma el patriarca ecuménico de Constantinopla, Bartolomé I, siempre atento a los temas relacionados con la salvaguardia de la creación, en un mensaje con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
El líder ortodoxo –que desde hace quince años organiza en los cinco continentes simposios multidisciplinares sobre el tema “Religión, ciencia y ambiente”- no ha querido dejar de hacer oir su voz en esta señalada fecha, instituida por Naciones Unidas para recordar la conferencia de Estocolmo sobre el medio ambiente humano en 1972, durante la cual se creó el programa mediambiental de la ONU, UNEP.
En su mensaje para la jornada del 5 de junio, que ha tenido lugar mientras en el Golfo de México se consuma un desastre medioambiental de dimensiones colosales, Bartolomé I mira en profundidad a las causas de la contaminación del planeta subrayando que estas anidan en el ánimo del hombre y en la avaricia de las naciones. Y renueva la invitación a una conducta de vida bajo el signo de la sobriedad. Ninguna ostentación de riqueza y de cosas superfluas, por tanto.
Para Bartolomé I, los cristianos están llamados a vivir como “buenos administradores” del planeta en sintonía con lo que pide el apóstol Pedro, en un conocido pasaje de la sagrada escritura (1 Pedro, 4, 10).
“Los santos padres de nuestra Iglesia –subraya el patriarca ortodoxo- han enseñado y vivido siempre según las palabras de san Pablo, para el cual ‘cuando tengamos con qué comer y cubrirnos, contentémonos con esto’ (I Timoteo, 6, 8), adhiriéndose al mismo tiempo a la oración de Salomón: “No me des ni pobreza ni riqueza, sino proporcióname el alimento necesario”. (Proverbios, 30, 8)”.
El patriarca concluye con un sencillo mensaje de una historia clásica: “En los Dichos de los Padres del Desierto de Sinaí, se habla de un monje conocido como el recto Jorge, al que se acercaron ocho sarracenos hambrientos en busca de comida, pero él no tenía nada que ofrecerles porque sobrevivía sólo con alcaparras silvestres crudas, cuya amargura mataría incluso a un camello”.
“Sin embargo, al verles muertos de hambre, le dijo a uno de ellos: ‘Toma tu arco y cruza esta montaña; allí, encontrarás una manada de cabras salvajes. Dispara a una de ellas, la que quieras, pero no intentes disparar a otra’. El sarraceno partió y, como le había dicho el el viejo, disparó y mató a uno de los animales. Pero cuando trató de disparar a otra, su arco se rompió. Así que volvió con la carne y contó la historia a sus amigos”.

viernes, 11 de junio de 2010

De corazón de piedra a corazón de carne


Por el P. Fernando Pascual LC

Golpes de la vida, traiciones, engaños, o simplemente el paso del tiempo, endurecen corazones, apagan entusiasmos, destruyen alegrías.
A veces por culpa de otros, muchas otras veces por nuestra propia culpa, hemos dejado que el corazón empiece a secarse. Entonces nos hacemos insensibles a las penas del amigo, a las necesidades de familiares, a los problemas de quienes viven cerca o lejos, a los sufrimientos de Jesús en el Calvario.
Caemos en esa dureza que nos lleva a juzgar, a condenar, a mirar con desprecio. Desconfiamos de los demás. Incluso al mirar al cielo, parece que tenemos para Dios más reproches que alabanzas.
Es entonces cuando necesitamos acercarnos al Corazón de Cristo. Un Corazón lleno de amor al Padre y a los hombres. Un Corazón que vino no por los justos, sino por los pecadores. Un Corazón que siente pena profunda al ver a tantos hombres y mujeres perdidos, abandonados, solos, como ovejas que deambulan sin pastor (cf. Mt 9,36).
Ese Corazón me enseñará a ver el mundo con ojos distintos. Quitará de mis ojos escamas de avaricia, y pondrá el brillo de la mirada luminosa de un niño que confía plenamente en su Padre. Quitará de mis arterias rencores que envenenan, y pondrá una sangre limpia y dispuesta a servir a los hermanos. Quitará de mi inteligencia cálculos retorcidos y egoístas, y me dará fuerzas para pensar en grande, con una mente como la del mismo Cristo.
Ese Corazón me invitará a ser manso y humilde (cf. Mt 11,29). Manso ante quienes, tal vez con intenciones buenas (sólo Dios sabe lo que hay dentro de cada uno) me hacen daño, me insultan, me desprecian. Manso ante quienes son vengativos y llenos de odios hacia los demás o hacia mí. Manso ante quienes provocan con violencia y pueden ser vencidos con el bálsamo del perdón y de la acogida benévola.
También me ayudará a ser humilde. Humilde para no desanimarme ante esas faltas que no llego a expulsar de mi alma. Humilde para no envidiar a quien va “delante” y parece vivir rodeados de triunfos, y para no despreciar a quien tal vez ha caído en un pecado que parece más grande que los míos. Humilde para reconocer que todos los dones vienen de Dios, que por mí mismo no puedo dar un solo paso en el camino de la gracia. Humilde para acudir, las veces que haga falta, al sacramento de la confesión, con lágrimas sinceras y con la confianza del hijo que busca a quien vino no para juzgar, sino para salvar (cf. Jn 12,47).
Entonces será posible el milagro: dejaré que Jesús extirpe de mis entrañas ese corazón duro, de piedra, para darme un corazón de carne (cf. Ez 11,19; 36,26); un corazón revestido “de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia” (Col 3,12). Un corazón nuevo, que confía como un niño en el amor constante del Padre, que se deja levantar como oveja rescatada por el Hijo, que se inflama de gratitud y de esperanza en el Espíritu.