miércoles, 21 de octubre de 2009

Jesús, el dinero y la riqueza (Reflexión de la suor che ama a Dio, sobre el art. de Fernando Camacho Acosta).



Reflexiones de un alma en búsqueda de la verdad

“El dinero es moralmente ambiguo… puede servir para lo bueno o para lo malo,… Depende de la utilidad que se le dé y de los resultados que produzca.”

En cuanto a lo que respecta a las exigencias que Jesús plantea en este tema a sus seguidores, pienso que ciertamente es importante aclarar que el dinero en sí, no es malo, como lo dice el autor, Jesús no fue un “asceta reticente a usar o disfrutar de los bienes creados”; no era un resentido social que iba en contra de los ricos por el simple hecho de ser ricos, iba en realidad, en contra del apego de éstos a sus bienes y del sistema que hacía que los no eran ricos queden excluidos, marginados y explotados y que en los primeros vaya creciendo la codicia y la avaricia.
En la vida religiosa, a veces encontramos a hermanos/as, que en mi parecer, en su afán de resaltar la predilección de Dios por los pobres, actúan como, lo que decía anteriormente, resentidos sociales, rechazando a los que tienen cierta posición económica y excluyéndolos de su tarea pastoral por el simple hecho de tener más que otros, olvidándose de que Dios ama a todos y en mi parecer, perdiendo la oportunidad de incentivar a éstos a una entrega solidaria a aquellos que poco o nada tienen. Aunque también encontramos a otro tipo de religiosos que se acomodan en las grandes estructuras, donde causa mayor placer o menor fatiga el relacionarse con la clase social alta, rehusando o esquivándose muchas veces de la misión con los más pobres que implica, ir al encuentro de ellos, compartir con ellos sus carencias, incomodidades, luchas y sufrimientos.
Pienso que es necesario buscar el equilibrio entre ambos extremos, siendo objetivos y a la vez críticos para ser realmente profetas y anunciadores de que el Reino de Dios es para todos.

Este servicio, … se traduce en entrega generosa, solidaridad y fraternidad. Se ejerce desde abajo, no desde arriba; se realiza por amor, no por obligación; o excluye a nadie… va dirigido prioritariamente a los pobres, impedidos, marginados y oprimidos.


Ciertamente, con respecto a lo que decíamos anteriormente, el servicio a Dios en los hermanos no excluye a nadie. Pero también es verdad y no lo debemos olvidar, que Jesús deja muy claro quienes son los privilegiados… éstos son los más pobres. Ellos deben ser siempre la opción preferencial de nuestra misión. Creo que es uno de los motivos por el cual en la vida religiosa existe el voto de pobreza; Jesús pobre se puso al servicio de los más pobres, se puso abajo para ensalzar a los otros; y nosotros sus seguidores estamos llamados a imitar al Maestro. Pero como bien lo dice el autor, esto que se traduce en entrega, no es por obligación, sino que es una entrega por amor, nos tiene que nacer de adentro, vaciarnos de apegos, condicionamientos, egolatrías, seguridades y lanzarnos a la misión que el Señor nos confía, teniéndolo a Él como único bien.

“Se trata de una opción fundamental que determina la existencia humana... De esta opción dependerá la felicidad o infelicidad propia y ajena y el desarrollo individual y social.”

Estas palabras resonaron en mí con especial intensidad, viéndome a puertas de la profesión religiosa, tomo mayor conciencia de que lo que voy haciendo es una opción, una opción libre, una opción de vida que implicará asumir la radicalidad de las exigencias del seguimiento de Jesucristo y en este caso concreto, la exigencia de vida de un Jesús pobre, donde Él me exige convertirse en mi única seguridad, asumir y vivir su mensaje y entregársela a mis hermanos/as ayudando a construir su Reino. Pienso que la vida religiosa está llamada a llevar a sus hermanos/as el mensaje de este Reino, recordando siempre que el verdadero valor de la vida es sabernos hijos de Dios, por lo tanto valorando la dignidad de la persona, ayudando a recuperarla a aquellos que la perdieron, por las superestructuras opresivas de nuestra sociedad actual, denunciando las injusticias y desigualdades. Pero… ¿de que manera?. Siendo lo que debemos ser, hombres y mujeres pobres, que dan testimonio visible y creíble de pobreza evangélica, que son signo y expresión del cuidado amoroso de Dios para con sus hijos y en especial aquellos más pobres.

La suor che ama a Dio

No hay comentarios:

Publicar un comentario